Código Nucú

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Código Nucú
César Trujillo

Corruptos y pusilánimes

Cuentan que el diputado Luis Cabrera, allá en los tiempos de Venustiano Carranza, acusó en tribuna a otro legislador de corrupto. Buscando curarse en salud, como siempre lo hace la clase política, el sindicado exigió pruebas sobre el señalamiento. Cabrera, seguro de sí mismo, regresó a tribuna y emitió una frase que ha quedado para la posteridad: “diputado, lo estoy acusando de ladrón, ¡no de pendejo!”.
En efecto. Eso mismo sucede en estos tiempos donde algunos políticos a los que se les sindica de corrupción, hijos predilectos de la impunidad, a los que los grupos de poder exhiben porque así conviene a sus intereses (o que pasaron por alto cubrir toda huella que los vincule), saltan exigiendo que se presente pruebas: aún cuando la cola que cargan es larga y el tufo los delata de lejos.
Muchos, por ejemplo, ahora que la Cuarta Transformación dijo acabará con la corrupción, modificaron su manera de actuar y se colocaron otro tipo de piel más ad hoc a lo que la política y el pueblo exigen. Siguen siendo corruptos, sí, pero no son lo que Cabrera expuso. Eso sería el colmo. Y motivo suficiente para ser expulsados de tan exclusivo club.
Claro está: no todos los políticos son corruptos. Asegurar eso sería pecar también de lo mismo que Cabrera afirmó. Sin embargo, los hay y se dividen en diferentes niveles donde el mismo sistema les permite camuflarse y los vuelve hasta espectros en este marisma que se ha forjado con lo que algunos consideran «códigos no escritos».
Desde el periodismo siempre se señalan actos de corrupción cometidos en los sexenios pasados; se dan nombres y señas de actores políticos involucrados en este comportamiento que ha dañado severamente al país; se muestran análisis que emanan de las lecturas o de los documentos que, por algún motivo, llegaron a nuestras manos. Es más, conjeturamos y atamos hilos para mostrar a los lectores lo que a todas luces, es.
Sí. Sin embargo, hay otra máxima: en el fondo nada ni nadie se mueve fuera del sistema. Es decir, nada pasa a menos que así convenga a los intereses de lo que algunos nombran como «poderes fácticos» en el mundo. Es más, los mismos escándalos que involucran a gobernadores, legisladores y al mismo Ejecutivo federal, desde siempre, han sido, muchos de ellos, distractores para aplacar problemas más graves en el fondo. Y viceversa, cuando quieren ocultarlos los expertos en manejo de crisis mediática actúan para apagar el fuego.
Los normalistas de Ayotzinapa, por ejemplo, que tienen una raíz más profunda y que apuntan a un crimen de Estado, la matanza de Tlatlaya, la Casa Blanca de Angélica Rivera y las mismas detenciones como la de Duarte quien, asegura, todo con él ha sido un teatro y es apenas la punta del iceberg de esa red de corrupción que trastocó todo, son una pequeña muestra de esto.
O bien, sin ir tan lejos, el mismo comportamiento y las pifias del expresidente Peña que hacía que todo se enfocara en trivialidades. El pan y el circo de «no supo saludar a los jefes de Estado de Estados Unidos y Canadá». En el fondo, tristemente, su visita respondía a la concesión de más tierras para la minería o a otro asunto que podría estar por encima de la misma soberanía de nuestro país, guste o no.
Por eso, cuando se acusa a un político de corrupto se hace porque se sabe a ciencia cierta que es así, se tienen elementos para señalar. Se parte de las estelas que dejan y que al reconstruirlas muestran la realidad que todos sabemos.
Pero no son tan pusilánimes, estólidos, estultos, gaznápiros o zorimbos, como usted quiera decir a los corruptos, como para dejarse señalar. El legislador Cabrera desde aquel tiempo tenía razón. Se les acusa de corruptos, no de otra cosa.

#Manjar.  Se vienen los cambios en la Mesa Directiva y en la Junta de Coordinación Política del Congreso local en Chiapas. Y cuando leemos la palabra «cambio» espero que no se evoque a la reelección y sí se apueste por la renovación: principio necesario para poder hablar de que las cosas sí se están haciendo bien. Sería lamentable, pienso, que aquello que ha repudiado en sus mensajes el presidente Andrés Manuel López Obrador y que ha rechazado el gobernador Rutilio Escandón Cadenas sea pasado por alto por los diputados, y se muestren con la misma voracidad y comportamiento de las legislaturas pasadas. Los presidentes han cumplido con su encomienda. Su tiempo ya fue. Ahora les toca dejar que la historia juzgue a los que vienen. A los que, de acuerdo al cabildeo realizado, a su papel en el Legislativo, puedan ser quienes ocupen estos espacios. Ya ahondaré en este tema. #TiempoDeCambios // “No hay pasión más ilusa y fanática que el odio». George Gordon. #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro El club de la pelea de Chuck Palahniuk y el disco de Favourite Worst Nightmare de Arctic Monkeys. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.

* Delegado en Chiapas del Sindicato Nacional de Redactores  de la Prensa.

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