Piedrazos   

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Piedrazos   

 

Héctor Narváez    

 

¡De un día para otro! 

Así han estado cambiando las cosas en México, en donde el Gobierno Federal ha tomado decisiones tardías, pero necesarias.

¿Qué fue lo que pasó este martes, que desde temprano las autoridades se dispusieron a declarar la Fase 3 de la contingencia nacional?

Porque de un día para otro, fue que determinaron subir al siguiente nivel, que era un escenario inevitable.

 

A calzador

Como ya se está volviendo una costumbre, el lunes por la tarde vimos a Hugo López-Gatell, el “vocero” de la Presidencia ante la emergencia, en su conferencia de prensa y quien nos entregaba a su decir, muy buenas cuentas: Se habían presentado nuevos casos, pero no eran muchos, como alrededor de 500 del domingo para el lunes.

Pero, que también, así lo aseguró el “Sub”, iban disminuyendo los positivos y que con eso empezaría a descender “la curva” de la pandemia.

El optimismo fue tanto, a pesar del golpe mediático que el viernes le dio Javier Alatorre desde Hechos de TV Azteca, que adelantaba que varios municipios del territorio nacional en donde no se han registrado ningún caso, o es poca la presencia del virus, podrían regresar a sus actividades para junio.

Así nos fuimos a la cama los mexicanos el lunes, en una aparente calma que habían transmitido nuestras autoridades federales, lo cual desapareció a la mañana siguiente con el anuncio de la Fase 3.

¿Cómo es que de un momento para otro el Gobierno de México cambió de parecer? ¿Qué fue lo que los llevó a tomar esta determinación?

Porque este nivel ya se esperaba que fuera declarado a partir del 19, el pasado domingo, pero el inquilino de Palacio Nacional no quería, ante su insistencia de estar defendiendo la economía del país, que –repito– se encuentra ya muy golpeada por todo el escenario mundial, incluido el desplome del petróleo.

Parece que el optimismo que nos estaba inyectando López-Gatell la tarde del lunes se esfumó, cuando empezó a surgir la información de que la pandemia comenzó a causar sus primeros estragos en la Ciudad de México.

Y que esa noche, tomaron la decisión de que subiría el nivel de la contingencia. Es decir, declararon la Fase 3, pero a calzador. 

 

Dios nos agarre confesados

Si pensábamos que la pandemia ya había escogido sus lugares favoritos en México para someter a sus víctimas, resultó que estábamos equivocados.

Mientras los reflectores se encontraban sobre Jalisco y en el Norte, como en Tijuana, resultó que desde la tarde del lunes entró en alerta la Ciudad de México.

Y lo dijo a la prensa la propia Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien vino a arruinarle la fiesta al Gobierno Federal: “los hospitales se encuentran saturados”.

Esto, encendió las alarmas en Palacio Nacional, que empezó a corroborar la información y hacer las llamadas a las autoridades capitalinas del país y con lo cual se mostraba la realidad.

Horas más tardes, también les llegaba el reporte de que lo mismo sucedía en hospitales del Estado de México, en donde prácticamente se vivía un suplicio para las personas que se presentaban con claros síntomas del coronavirus.

Esa noche, los actuales hombres en el poder, empezaron a ver la cara de la pandemia. Y ante esta situación, no les quedó otra que declarar al día siguiente que entraba la Fase 3.

Aunque Sheinbaum moderó su discurso para el martes, al decir que se encuentran intubadas 529 personas, pero la Ciudad de México sigue a la cabeza de las entidades que más contagios reporta: 190 fallecidos y más de 2 mil 700 positivos, hasta el lunes.

Esto, sin aplicar “el método centinela”, que podría arrojar cifras muy elevadas a las oficiales.

A pesar de esto, “el Gran Tlatoani” sigue basando la mayoría de sus decisiones de manera política y otras han sido un tanto económicas, que han resultado erróneas.

El mismo López-Gatell lo confesó a Javier Alatorre, en esa entrevista de reconciliación entre el Gobierno de AMLO y la televisora, de que en Palacio Nacional llegan a acuerdos ante esta contingencia, sin dejar a un lado la generación del dinero en la Iniciativa Privada.

Una Iniciativa Privada, insisto en este espacio, que está de lado de la actual administración. Mientras, al resto de los empresarios los han dejado a su suerte, porque no comulgan con este régimen.

Nada más, que esos “empresarios oficiales” nada están aportando, ni siquiera han donado una mascarilla al personal médico, para atender esta crisis. Y sí están exponiendo a la población, como sucede recientemente en la Ciudad de México y en el Estado de México, en donde “la curva ascendente” parece que va volando.

Y nos están llevando a un escenario muy desastroso, así como lo advirtió López-Gatell ayer por la mañana, si no se siguen respetando las medidas preventivas como “la sana distancia”. Hasta pueden provocar una crisis económica mayor a la que están pronosticando los especialistas.

Ahora sí, hay que aplicar la frase: Que Dios nos agarre confesados.

Moraleja: ¡Todo cae por su propio peso!

 

Piedritas: ¡Lo mismo del pasado! 

Cuando pensábamos que ahora con Morena el Gobierno no cedería a los chantajes de las televisoras, resultó que TV Azteca lo hizo con López-Gatell, lo mismo que Televisa en los mejores tiempos del PRI y del PAN. 

Y pensar que el lunes, se desgastaban los seguidores de AMLO en atacar a la televisora, hasta proponían un boicot, pero los de arriba –como ha sucedido en el pasado– se reconciliaron. Un beneficio político y hasta económico, como los que se han dado en su momento en “la mafia del poder”.

Comentarios: hectornarvaez@hotmail.com   

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